“Y por ser la imagen sacrosanta Padre mío
Señor del Hospital.
Oh venerable Santa Cruz de Culiacán”
¿Qué es la mexicanidad? ¿Existe la posibilidad de reunir a tres o cuatro grandes ideas y México y definir eso como Patria? Para miles de danzantes la idea se remonta a los sacerdotes españoles que llegaron a nuestro continente a principios del siglo XVI y en plena labor evangelizadora, señalaron a la Cruz de Cristo y les dijeron ¡Él es Dios!
Cuando muchos danzantes peregrinan al Santuario de Guadalupe en sitios como la Villa, Distrito Federal, Monterrey, Nuevo León y veneran a la Virgen Guadalupe- Tonanzin, decimos rápidamente que eso es sincretismo religioso. Sirve para definir un mestizaje religioso, la conquista espiritual, de las almas en la ruta de los conventos de la Sierra Gorda de Querétaro, o de los volcanes en Puebla, Tlaxcala , Morelos y el Estado de México… pero si tenemos enfrente estas manifestaciones que después de cinco siglos están vivas…
No es nada fácil, estoy sentado en las escaleras del Museo “Arocena” en Torreón, Coahuila, México, veo a más de 100 danzantes de 14 grupos distintos que han acudido a la reliquia de la danza “Chicomoztoc”, estoy impactado, veo la mesa donde se adora a la Santa Cruz, se que es 8 de mayo, el domingo inmediatamente después del 3 de mayo en que la iglesia romana celebra a la Santa Cruz, volteó a todos lados, todo me impresiona.
Más tarde camino junto a Andrés Aguilar y Aníbal Alcántara que cantan alabanzas al Señor de la Santa Cruz mientras vamos en procesión, de regreso, al adoratorio de Chicomoztoc, atravesamos el centro histórico y entramos a la colonia “La Antigua Aceitera”, los vecinos salen a saludar a la procesión que camina por calles estrechas hasta la casa de Ezequiel Romero.
Ya en la casa escuchamos los cantos "Qué bonita es la conquista de la Gran Tenochtitlan", más tarde entramos al adoratorio luego de que se decreta un descanso para comer, reanudarán las danzas a las cuatro de la tarde. Lo que veo es impresionante, motiva la meditación del más incrédulo, no se puede estar sin ser “tocado” por la mano de algo que es puramente espiritual, escuchó el caracol, luego un danzante amigo de “Chicomoztoc” que vino desde Guadalajara, Jalisco a esta reliquia dice con un sentimiento profundo, ancestral, mágico “¡Él es Dios! “.
¿Qué hay detrás de las danzas aztecas que giran una y otra vez en la explanada del Museo “Arocena” , a unos metros de las salas que albergan temporalmente a la exposición más importante de muchos años en Torreón: “Moctezuma II”?
¿Cuáles son los ingredientes que crean esta inmensa emoción que me invitó a sentarme en la escaleras para tomar aire, para tratar de ser racional en el sitio y el momento en que es imposible? Todo se repite en el adoratorio de “Chicomoztoc”, la danza cumple 47 años de existencia, hay fotografías de sus fundadores, de danzantes en el Tizón, municipio de Canatlán, Durango, imágenes de San Juan de Los Lagos, de la Santa Cruz, los danzantes están comiendo, sus estandartes descansan recargados en las paredes del adoratorio
Después de comer spaghetti con asado de puerco en salsa verde, tortillas y refresco, salgo a la calle, hay muchos danzantes comiendo en las aceras, sentados en autos, los penachos sobre el suelo, techos de camionetas, otros solo descansan. Quizá la persona más grande tenga unos 75 años de edad, y la más joven no pasa de 7 años, es otra cosa impresionante, ¡estas danzas tienen relevos generacionales.!
Ya me lo había dicho el señor Hernández en el Museo, Jesús Gutiérrez caminó de San Miguel de Allende, Guanajuato, hasta la Gran Tenochtitlan, fundó danzas en el camino y cuando llegó a su destino mostró papeles que lo respaldaban como el Gran general de todos los danzantes, fue a finales del siglo XVIII y desde entonces hay danzas aztecas para venerar a los santos y as las vírgenes católicas, de acuerdo a rituales que cambian y no dejan de sorprender.
¿Qué fue lo que más impactó de ese domingo especial? : “¡Él es Dios!”.
