Los Chanates con Demián Flores en el inicio de su proyecto de Cumbia Laguna, noviembre 2103.
Cierre del Festival de la Palabra, noviembre de 2013.
La cultura y la burocracia no
se llevan bien. Los proyectos culturales en Coahuila, co patrocinados por el
estado , no siempre tienen buena fortuna en las ventanillas de la
burocracia en la capital del estado.
Los tiempos están cambiando y
los creadores coahuilenses reclaman apoyos
efectivos y oportunos para hacer
reales proyectos comunitarios e
individuales y de grupos de creadores.
Un aspecto sustancial en la
vida cotidiana de la cultura es el pago oportuno de los compromisos que el estado y la iniciativa privada
adquieren durante el año,, a cambio de manifestaciones culturales que deben ser
auditadas por los mismos patrocinadores, incluidos aquellos proyectos auto
sustentables en colectivos como el taller de grabado “El Chanate”.
Es necesaria la
profesionalización del quehacer cultural, la gestoría es sustancial para que esto avance
adecuadamente, pero ¿a los poderosos les conviene que el pueblo tome conciencia de su realidad y exija más y
mejor cultura, por ejemplo? ¿No será mejor para ellos ofrecer migajas adornadas
de cultura?
La responsabilidad debe ser compartida, la receta de “papá gobierno”
no debe funcionar más el creativo sentado en
una cafetería mientras diseña y sueña con proyectos improbables. Hay una
responsabilidad social en el quehacer
cultural y en esa tarea deben estar el estado , la iniciativa privada y el
colectivo cultural… porque el romanticismo es una corriente del siglo XIX que
debe desaparecer.
Los burócratas también son ciudadanos, muchas veces son
artistas y promotores que de pronto llegan al otro de la ventanilla y dejan de
batallar para dedicarse a comer gorditas
tras el mostrador y fraguar proyectos de intriga de palacio y quedarse
eternamente en el presupuesto; por las buenas o por las malas.
Coahuila necesita burócratas
actualizados, comprometidos con su tiempo y su pueblo, artistas y promotores
culturales concientes de su realidad y que se profesionalicen, que brinquen la
raya de la mediocridad, de la queja
eterna.
Se debe aprovechar que el
ámbito de la cultura permite más una
comunicación pronta entre gobierno y gobernados, no hay la distancia de otros
aspectos de la vida ciudadana, el pintor y el actor pueden hablar más fácilmente entre pares, con los administradores de la
cultura y eso debe permitir una vida más activa, crítica, objetiva y en
beneficio de quienes no tienen voz y reciben lo que se les lleva, sea
cualquiera el concepto de cultura que se
manifieste en su plaza, auditorio o teatro.
El trabajo debe ser
comunitario para la formación
de nuevos públicos en todas
las áreas de la cultura. La agenda está llena de demandas, de necesidades
apremiantes, de tareas inconclusas, a todos conviene llenar esos huecos,
terminar esos pendientes, pagar a tiempo el quehacer cultural de todos y no
solo de los que tienen renombre nacional o internacional.
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