LA TECTÓNICA DE LAS NUBES
La escenografía y la iluminación d e Jorge Kuri,
mostraron que el escenario del teatro Nazas, en el centro de Torreón, Coahuila,
puede cambiar de perfil constantemente e impactar al espectador con soluciones
que parten del realismo y se
refugian en la magia del tiempo que
puede dejar de ser tiempo lineal al ritmo que vivimos los mortales comunes.
Esto sucedió en un montaje de Otto Minera, alucinante, emotivo, humanista, donde la
búsqueda del amor y la felicidad, la pequeña felicidad del hogar, es lo
sustancial : “La Tectónica de las nubes”, del nominado al “Oscar” por “Diarios
de Motocicleta , el puertorriqueño José Rivera.
La puesta en escena cerró los festejos de aniversario del teatro Nazas y también el
ejercicio de dirección y actuación comandado por el dramaturgo y director
regiomontano Otto Minera, integrante del Sistema Nacional de Creadores del
Conaculta y el INBA.
Primero se estrenó “Los Siete Pecados Capitales”, de
Thorton Wilder, cuatro obras en una
jornada y tres en la segunda con la dirección y actuación de siete artistas coahuilenses que formaron
parte del taller que coordinó Minera durante varios meses en el teatro que
dirige More Barret.
El trabajo producido por Cecilia Guerrero y
protagonizado por Malú Cuevas, quien ha crecido enormemente en “La Pinche
India”, dirigida por Uriel Rangel y
producida por “Hoja en Blanco”; ella es Celestina del Sol, la acompañan
Emilio Juárez, un joven actor con mucha experiencia escénica que caracteriza a
Aníbal de la Luna y Abraham Laguna, como Nelson, el soldado y hermano de
Aníbal, un estupendo actor que atrapó a los espectadores desde su primer
diálogo, justo cuando llega a la casa de Aníbal.
La trama gira alrededor del manejo del tiempo que
transcurre muy, muy lento en la vida de Celestina y quienes conviven con ella,
un toque de realismo mágico que pudo haber sido el sello de la obra de Rivera,
guionista también de “En el Camino” y
“Cartas a Julieta”, además de las obras teatrales “Marisol” y “Sueño”.
Pero la obra
es un homenaje a alguien más, además de Gabriel García Márquez, maestro
del escritor caribeño: a dos tendencias del llamado teatro latino en la Unión
Americana a partir de la década de los
años 60: el “Teatro Rodante Puertorriqueño”, de la actriz Miriam Colón,
fundado en 1969 y “Teatro Campesino” de
Luis Valdés, fundado en 1965.
Ahí está la herencia de dos tendencias que se dieron
a más de 4,000 kilómetros de distancia , una de otra, los puertorriqueños en
Nueva York y los “Actos” del Teatro campesino, aliados del Sindicato de
Jornaleros dirigido por César Chávez, en la Misión de San Juan Bautista,
California.
Don Sotaco y sus esquiroles, los sueños de los
caribeños en la Gran Manzana, dos tratamientos teatrales sobre realidades con
personajes escénicos que se juntan en tres personajes que son verdaderamente
increíbles envueltos en una historia de amor filial, entre Aníbal y Nelson
y amor entre un hombre y una mujer a
quienes la noche , la lluvia y la magia del tiempo lento reúne: Celestina y
Aníbal.
Un triángulo que funciona de una forma muy extraña y
una situación argumental que a pesar de
su complejidad derivada del manejo
típico del realismo mágico, parte
de lo básico latino en E.U.A., el teatro popular.
Hay momentos que parecieran salidos de “Zoot Suit”,
de Luis Valdés y que seguramente el Teatro Campesino mantiene en sus
espectáculos “Día de los Muertos” Tradiciones Veracruzanas, dirigida por
Esperanza del Valle hace dos semanas y “La Pastorela” que está a punto de
arrancar en la sede histórica de San Juan, Califas.
Sin duda, “La tectónica de las Nubes” ha sido una
grata sorpresa en un buen año para el teatro en La Laguna.
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