Fue el primer concierto
de la Camerata de Coahuila sin su concertino Tatul Yeghiazaryan, sucedió en una
noche llena de nostalgia, de música hermosa, romántica en un teatro atento a cada concierto, a los dos encores: antes del intermedio, con el solo de oboe de la banda sonora de Ennio Morricone
para “La Misión” y al final del
concierto con la música de Bizet, de quien volveremos a saber en octubre
24 y 26 con “Carmen”, su famosa ópera.
Una noche ligera, llena
de momentos plenos de belleza con el concierto para oboe en Re Mayor de Richard
Strtauss, tres movimientos donde se pudo apreciar la excelencia musical del veneciano Gianfranco Bortolato que conectó
estupendamente con el público del primer concierto de la segunda serie de la
temporada 2014, de la orquesta dirigida por el maestro Ramón Shade.
Primero la Obertura a
“Ifigenia en Áulide”, de Christoph Gluck, luego el platillo fuerte de la noche,
el concierto de Strauss y en la segunda parte el trabajo de juventud de George
Bizet “Sinfonía número 1 en Do Mayor”.
Como concertino
invitado, el concertino y director temporal de la Orquesta Sinfónica de
Michoacán, Sergei Kossiak, la presentación de Abderrahman Anzaldúa con los
violines primeros y la ausencia del violinista armenio Tatul Yeghiazaryan
(1951-2014) a cuya memoria se dedicó el concierto según explicó el maestro
Ramón Shade al inicio de la velada.
Tres momentos muy
emotivos en la vida artística de la Camerata, las palabras de su director
artístico, el encore de Bortolato, lleno de sentimiento y de compromiso con el
solo de oboe en la película sobre el humanismo jesuita en el Paraguay colonial
y, finalmente, el encore esperado con la orquesta en pleno llena de nostalgia y
de un sentimiento desgarrador donde la tristeza
fue suplida rápidamente por la motivación del arte como generador de vida.
Tatul seguirá vivo
mientras se le recuerde, se le siga viendo salir a escena y sonreir a sus
compañeros. El aplauso del público al terminar las palabras del maestro
Shade en memoria del concertino, fue
largo, caluroso, más que merecido y con un mensaje común: gracias Tatul.
Luego vinieron las
palabras emotivas de Bortolato al terminar su participación en el concierto de
Richard Strauss, de nuevo el nudo en la garganta y al comenzar el encore, el
silencio absoluto, la contemplación del arte como dignificador de la vida y el
dejo de tristeza en los rostros de muchos , entre ellos los mismos músicos.
Primer concierto de otoño con sabor a tristeza y alegría al
mismo tiempo, de sentimientos encontrados, de agradecimiento a la vida y la
enseñanza de un excelente profesor y
violinista que lo dio todo a la tierra que a cambio lo abrigó en su último suspiro…
Tatul descansa ahora y el concierto del 22 de agosto lo arrulló por 90 minutos,
él duerme el sueño de los justos, de los hombres buenos y no contestará más a
la tercera llamada.
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