domingo, 11 de marzo de 2018

LA MUESTRA INTERNACIONAL TIENE OTRO LADO DE LA ESPERANZA

"El otro lado de la esperanza" está lleno de bondad en los personajes comunes, que hacen frente común ante la adversidad y crean familias solidarias de gente aparentemente perdedora. La cinta naturalista del finlandés Aki Kaurismaki cautiva al espectador con un pequeño grupo de héroes urbanos fineses, que arriesgan todo para ayudar al refugiado sirio que está en peligro durante toda la historia del director también de "Le Havre", proyectada hace poco en Torreón.

La película ganadora del "Oso" de Berlín el año pasado, es un poema parco, sin aspavientos, sencillo hasta el extremo, plagado de situaciones absurdamente resueltas por el equipo liderado por el señor Wikstrom (Sakari Kousmanen), un hombre que paralelamente al refugiado, ha cambiado radicalmente de vida y conforme transcurre la narración limpia, clara y contundente, nos muestra una de las formas más simples de ser humano: la solidaridad.

Los personajes de "El otro lado de la Esperanza" ("Toivon Tuolla Poulen, Finlandia, 2017) son profundamente humanos, el guion no desperdicia ningún instante para mostrar algún detalle de la nimiedad existencial, para decir que sí, que tenemos remedio como especie.

El autor de "Ariel" y "La Chica de la Fábrica de Cerillos" envuelve a sus personajes en un ambiente hostil que pareciera no tener salida, pero siempre asoma un dato de esperanza, una luz al final del túnel; entonces la custodio del centro de inmigración (Kati Outinen), Calamnius, capitán del restaurante (Iika Koivula); Mirja, la bellísima mesera (Nopi Koivu) y, sobre todo, el restaurantero novato, el señor Wikstrom (Sakari Kusmanen), se atrincheran en su lugar de trabajo y desafían al sistema burocrático de Finlandia, se solidarizan en su estilo: toscos y rudos, con Khaled (Herwan Haji), el inmigrante sirio que ha sido deshauciado por el sistema que lo sentenció a vagar por el mundo.

Kaurismaki encuentra en un microcosmos delirante y pesimista, frío e indiferente a la tragedia de los refugiados que invaden Europa  expulsados por la guerra civil en sus países medio orientales, un sentido de la vida, una luz pequeña, pero solidaria que dignifica al viejo y decadente continente.

El discurso de "El otro lado de la Esperanza" no es grandilocuente, ni falsamente optimista, la realidad está ahí, Khaled y los millones de sirios, iraquíes, palestinos y kurdos que vagan por Europa, son verdaderos, tienen hambre, frío y han perdido casi todo. Mientras tanto Europa voltea a otro lado y minimiza la tragedia humana de principio de siglo. Ahí es donde los seres sencillos, pobres, luchan por sobrevivir, en un restaurante del fin del mundo donde tienen el coraje de ser solidarios entre europeos, pero también con el otro, el que tiene aún menos que ellos.

La fotografía, el guión, el montaje, las actuaciones, la iluminación de los escenarios...todo pareciera indicar que la vida da flojera y que no nos queda sino sacar la basura todas las noches, aburrirnos en el trabajo y fumar como el cocinero del restaurante del filme. Pero Kaurismaki arma su discurso desde abajo, desde los seres anónimos y finaliza con un: "tenemos remedio como Europa y como humanidad".

Pero no grita su poesía, él  y su "El otro lado de la esperanza", son el canto quedo pero contundente.

Hoy  continúa la 63 Muestra Internacional de Cine que organizan la Ibero Torreón y la Cineteca Nacional, será  a las 16:00 y 19:15 horas.Vaya a Cinépolis Galerías y vea "The Square", de Ruben Ostlum, cinta sueca ganadora de "La Palma de Oro" de Cannes, 2017,  una divertidísima crítica al arte contemporáneo. Y mañana lea mi comentario aquí mismo.
 

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